CULTURA LIBRE

Todos somos cultura libre

Cultura Libre. La Cultura está en la Calle, es ese ruido que habían marginado a vivir en las cloacas de la ciudad, ese sonido que no querían escuchar pero que estaba ahí, que vivía aquí. Es ese grito inacabable que nace en miles de gargantas a pesar de todo y contra todo; estruendo que se reproduce, energía inagotable, virus que despierta la libertad: que se transmite, que infecta y sacude la conciencia, que no se extermina fácilmente, que no muere.

Cultura Libre: un espacio de tolerancia

Cultura Libre, la Cultura está en la Calle, es un programa de conciertos masivos en espacios públicos, gratuitos y de entrada libre, que nace por iniciativa del Presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios, Ricardo Villanueva Lomelí, en colaboración con la Universidad de Guadalajara.
Cultura Libre arrancó el 29 de noviembre de 2002 con un concierto en la explanada del Instituto Cultural Cabañas, donde participaron Maldita Vecindad, Forseps y Pito Pérez, convocando aproximadamente a 15,000 personas, hecho sin precedentes en la historia de la ciudad, en la que el rock siempre se ha desarrollado bajo la actitud francamente hostil del gobierno, del stablishment. Aun en medio de ese ambiente adverso, el saldo fue blanco, y la tolerancia y la fiesta fueron el común denominador.

Antes de Cultura Libre
A finales de los ochenta, el rock parecía haber desaparecido del mapa tapatío; los foros para las escasas bandas locales se reducían a algunos bares y cafés. Fue a principios de los noventa que, con los nuevos aires del rock mexicano y la aparición del fenómeno Cuca en Guanatos, el Roxy surge como el foro por excelencia para el rock.

A pesar de sus innegables deficiencias técnicas y del hostigamiento sistemático de las diferentes administraciones municipales, el Roxy tenía un aura irresistible que seducía a todo aquel que le cayera ávido de rock and roll. Además de que bandas de prestigio como Mano Negra, Caifanes, Fobia, Maldita Vecindad, Cuca e incluso Radiohead, entre otras, que pasaron por su escenario, contribuyeron a hacer del Roxy la perfecta guarida del rock.

Como proyecto que quería crecer de la mano del rock nacional y local, el Roxy tuvo que sufrir inspec¬tores molestando todo el tiempo, las frecuentes clau¬suras y los famosos "portazos”, además de que a su público le tocaba lidiar con las razzias policíacas que se realizaban alrededor del foro antes y después de los conciertos.

Aunque el fenómeno rockero estaba en su etapa más alta, el Roxy tenía capacidad para alojar a sólo 1,800 personas, por lo que sus alcances no eran mayores; con excepción de Caifanes y Cuca, prácticamente ninguna banda realizó más de un concierto en el Roxy en fechas consecutivas.

El Roxy mantuvo su reinado hasta finales de los noventa mientras que otros foros fueron abriendo o reabrieron sus puertas al rock: el Fantasía, la Concha Acústica del parque Agua Azul, el Río Nilo, el auditorio Benito Juárez y la plaza de toros Nuevo Progreso, bajo las mismas condiciones desfavorables: razzias, inspectores actuando bajo consigna y la mirada hostil a este movimiento.

La Concha Acústica, con capacidad para 7,000 personas, fue sede de festivales en los que participaban bandas locales, nacionales y latinoamericanas, o las más taquilleras del momento, como los españoles Héroes del Silencio.

Con la notable excepción del primer concierto de Jaguares y Forseps, que presentaron juntos su primer disco después de las des integraciones de Caifanes y Cuca, respectivamente, y otro en el que El Tri y Cuca compartieron escenario, no recuerdo ningún otro concierto de rock mexicano que haya ocupado los 13,000 lugares que ofrece la plaza de toros Nuevo Progreso.

Hubo un concierto gratuito pero no de entrada libre llamado Festival de la Raza para la Raza, realizado por una estación de radio, en el que compartieron escenario varias bandas, entre ellas Cuca, Café Tacuba y Garigoles. No lograron un lleno total pero sí se escenificó la batalla campal más grande que he visto entre público y policía: la bronca inició antes de que tocara la primera banda y terminó cuando Cuca, el último grupo de la tarde, saltó al escenario. Hubo otro festival semivacío y pésimamente organizado, en el que Maldita Vecindad, La Lupita y Víctimas del Dr. Cerebro compartieron cartel.

En la historia de los conciertos de rock de la ciudad, el auditorio Benito Juárez -con capacidad para alrededor de 9,000 personas- ha sido un foro importante a pesar de sus problemas técnicos. Ahí se presentaron con éxito durante los noventa grupos importantes como la Maldita Vecindad, Caifanes, Los Fabulosos Cadillacs, Cuca, Jaguares y algunos otros, todos con des¬madre y algunos hasta con violencia.

Así, la Nuevo Progreso y el auditorio Benito Juárez fueron foros reservados a las bandas más taquilleras del momento, aquellas que presentaban nuevo material, que tenían sencillo en la radio y video en rotación continua en la televisión.

Expo Rock -en sus distintas sedes- y el. Patio Corona fueron lugares en los que el rock sonó en esta ciudad. Sin embargo, a finales de los noventa cesó el ruido
y los foros comenzaron a empolvarse.

A partir de 2000, la Concha Acústica sobrevivió gracias a algunas tocadas aisladas de Pericos, Bumbury, Jaguares, Manu Chau y diversos festivales realizados con muy poca audiencia. Por otra parte, el Hard Rock Live, con aforo para 900 personas, abrió como el refugio del rock, quedando prácticamente como el único foro en que el rock seguía respirando.

Así, Guadalajara se convirtió en una ciudad con pequeños foros, una Concha Acústica desolada y un Hard Rock Live a medio motor. El ritual de los conciertos de rock de nuevo se había reducido a los rockeros de hueso colorado.

Cultura Libre emerge en este contexto como un proyecto sólido e importante para la vida de una ciudad en la que no sólo habitan la cumbia y el danzón, el mariachi y la balada, sino donde también el rock goza de buena salud por lo menos desde los años setenta; una ciudad donde además de bailes, charreadas, palenques y discos, debe haber conciertos de rock.

Tomar la calle

La calle -lugar de socialización por excelencia, espacio de todos- nos fue arrebatada por la delincuencia, por la violencia, que nos obligó a buscar lugares alternos que la sustituyeran. El programa Cultura Libre fue creado con la intención de devolver las calles a los jóvenes, para que los tapatíos recuperen los espacios públicos y vuelvan a disfrutarlos cabalmente, sin miedo,

Tomar las plazas públicas, bailar, brincar, cantar y gritar en ellas junto con miles de personas, nos hace recordar que la ciudad es nuestra y debe ser habitable, que necesitamos convivir en paz; que debemos encontrar el camino para alejamos de la intolerancia, el hostigamiento y la violencia en que estamos sumidos desde hace tiempo. El reto de este programa es contribuir a que la calle, un lugar de todos y de nadie, se convierta en un espacio de tolerancia y libertad en el que es posible divertirse en la diferencia. Si un espacio de esta naturaleza logra consolidarse y se gana un lugar entre los tapatíos, esto puede contribuir a la construcción de una cultura de tolerancia.

Válvula de Escape para una ciudad que no se caracteriza por ser tolerante
El ambiente selvático, la hostilidad y agresividad que cotidianamente se vive en la ciudad así como el repudio y la segregación de los grupos sociales que se asumen dueños y guardianes de las buenas costumbres, han provocado que la mayoría de los jóvenes sean señalados y tratados como bichos raros; sigue siendo una constante que los jóvenes sean hostigados y detenidos por la policía por no estar dentro del modelo de la gente bien, o que sean discriminados por no vestirse como se debe. Esas acciones generan un ambiente hostil y nos confronta innecesariamente a quienes habitamos en esta ciudad.
Si queremos una ciudad habita¬ble, son indispensables los espacios donde se acepte y respete a la gente con sus gustos y preferencias, con su manera de pensar y de vestir; lugares donde hablen su mismo idioma, donde sean respetados y nadie los moleste; una válvula de escape para esta ciudad, una válvula que cualquier conglomerado humano necesita para sacar el estrés, el aburrimiento, la rutina, el odio, la angustia y la desesperación.

En Guadalajara el rock se ha vivido casi siempre desde la semiclandestinidad, y cuando logra salir, de inmediato es acosado y acotado por los gobiernos en turno, por las fuerzas vivas; el ambiente hostil contra todo lo que está a su alrededor es una constante: las razzias no faltan en las zonas aledañas a las tocadas, los inspectores del ayuntamiento no dejan de molestar a los organizadores de los conciertos, ya la salida la basculeada de rigor espera a los asistentes en las calles de esta bendita capital tapatía. Ser rockero, punketo, skato o darketo es una verdadera penitencia aquí, donde los fajos piteados rifan; el acoso de los cuerpos policíacos es rutinario y ofensivo, los prejuicios y la ignorancia están siempre presentes; son pocos los espacios en los que el rock y sus seguidores pueden estar en paz, son escasos los lugares y se han construido con mucho esfuerzo las más de las veces a pesar de las autoridades.

El gobierno y Cultura Libre

Si el gobierno ha representado la represión contra el rock, si no ha tratado de entender que no representa ningún peligro contra la sociedad, son los rockeros quienes deben dar el primer paso para mostrar que, lejos de perder, la sociedad puede ganar. Haber dado el primer paso es uno de los méritos de Cultura Libre, pues ha recurrido al gobierno para que colabore en la realización de los conciertos, para que se garantice el respeto a todos los espectadores y su seguridad. Por eso en poco tiempo este proyecto ha demostrado que esta alianza puede y debe existir. Sin embargo, sería muy aventurado suponer que ya se está del otro lado, pues las administraciones cambian cada tres o seis años y no prevalecen las mismas condiciones todo el tiempo. Habrá que esperar más para saber si esta apertura se mantiene.
Hasta lo que va de vigencia de Cultura Libre, los asistentes a los conciertos no han tenido problemas ni han sido molestados, sin importar que para algún policía un chavo sea sospechoso por ser punk o dark, tener tatuajes en el cuerpo o arete s en la nariz.

Si los gobiernos han comenzado a dar muestras de buena disposición, es importante que, por su parte, los jóvenes sigan demostrando que pueden ser responsables, disfrutar del rock en paz y hacer uso de los espacios públicos sin causar conflictos; esto seguramente contribuirá a que las autoridades cambien la errónea idea que tiene de ellos, la manera de atender sus demandas, y se genere el ambiente necesario para que disfruten libremente la música. Pero Cultura Libre quiere ir más allá: porque no basta con que los gobiernos aprendan a tolerar el rock, además buscamos que lo entiendan y lo impulsen, que consideren esta expresión musical como parte importante de la cultura.

Uno de los primeros pasos que se han dado en este sentido es el énfasis en que los cuerpos policíacos actúen de manera diferente durante el espectáculo; que Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja y todas las instancias involucradas cumplan con su trabajo de forma efectiva, sin prejuicios.

Los medios de comunicación y Telehit

De igual manera, los medios de comunicación están comenzando a jugar un papel central en la difusión de estos conciertos para que lleguen al mayor número posible de rockeros.

Sin duda alguna, los medios de comunicación han contribuido al éxito del proyecto, dándole la importancia y cobertura que merece. Cultura Libre ha seducido a la radio y la televisión y ha obtenido primeras planas en los medios impresos más importantes de Guadalajara; además, sus conciertos son transmitidos en vivo a través de Radio Universidad de Guadalajara, que desde el principio dio la debida dimensión al potencial del proyecto.

Un reconocimiento del impacto que ha tenido Cultura Libre, y de la visión con la que se ha guiado, es el acercamiento con Telehit, canal de televisión de paga que llega a más de treinta países. Esta relación resulta central, pues hoy como nunca los medios masivos conducen los gustos, las modas y las tendencias. En la era de la globalización, se dice que no estar en los medios es no existir, y Cultura Libre está ahí, proyectando a las bandas tapatías a otros lugares del país y el mundo.

La alianza con Telehit comenzó con el concierto de Café Tacuba, Prisioneros y Plástiko; continuo con un programa especial del festival Código Rojo-Cultura Libre, en el que participaron siete bandas locales y Control Machete, y tuvo su consolidación con el festival Santo Desmind, en el que la televisara y Cultura Libre se unieron en una alianza para hacer posible este festival en las playas de Puerto Vallarta.

Producción y gratuidad

Como se ha señalado, los conciertos de Cultura Libre son gratuitos y de entrada libre, lo que les da un tono especial y un valor social importante, ya que cualquiera puede acceder a ellos sin considerar su poder adquisitivo lo que es un agasajo tomando en cuenta que, por desgracia, muchas personas a las que les gusta el rock y asistir a escucharlo en vivo no pueden hacerla por el costo de las entradas, que en Guadalajara son de alrededor de cinco días de salario mínimo -casi una semana de trabajo lo que para muchos los convierte en un verdadero e inalcanzable lujo. Así, Cultura Libre abre a todos la posibilidad de disfrutar de un buen concierto de rock sin tener que pagar, convirtiéndose en un espacio donde los estratos sociales se diluyen en una celebración construida sobre el placer por la música, por el rock.

Un foro importante y necesario

Cultura Libre es también un foro importante y necesario para las bandas locales, y para muchas de ellas representa el primer concierto masivo. Hasta hace poco, grupos como Forseps y Pito Pérez tocaban en foros como Hard Rock Café y Hard Rock Live, con cupos menores de 1,000 personas. Con la llegada de Cultura Libre se presentan ante 15,000 personas en la explanada del Instituto Cultural Cabañas, la plaza Universidad o la plaza Juárez, un hecho sin precedente para el rock en la ciudad.

Un dato de primera importancia es que todos los conciertos de Cultura Libre han terminado con saldo blanco, aunque son gratuitos, de entrada libre, en espacios públicos y que han llegado a contar hasta con 27,000 asistentes. Esto adquiere un significado importante si recordamos las experiencias de otros tiempos, cuando en muchos conciertos aparecía la violencia. Al sentar este precedente se elimina uno de los argumentos recurrentes de los detractores del rock.

Tomando en cuenta las condiciones en que se encontraba el rock en la ciudad antes de Cultura Libre, podemos asegurar que ha contribuido al fortalecimiento del rock en Guadalajara, que se está convirtiendo en un foro fundamental para las bandas locales; que con sus 165,000 asistentes desde el primer concierto hasta Santo Desmaind en Puerto Vallarta, el miedo a los conciertos de rock se diluye poco a poco.

Estamos conscientes de que las cosas no cambian de un día para otro, de que se han escrito apenas los primeros renglones de una nueva página que fue posible abrir gracias al trabajo que fueron haciendo otras bandas y otros públicos.

Cultura Libre. La Cultura está en la Calle es un espacio de tolerancia que nació y creció en esta ciudad, que ahora le pertenece, y ha abierto muchas puertas a proyectos que comienzan a surgir y a todos los que seguramente vendrán.

Escrito por: Rafael Valenzuela Cardona | El rock Tapatío, La Historia por Contar | 2004| Guadalajara, Jalisco
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